Gol de: Agus 8' (1-0)
La Crónica (sic):
El Sporting jugó de sobrado después del minuto ocho y sufrió un revolcón que le costó caro.
La idea era diez por detrás del balón y pelotazo de vez en cuando a ver si Brais hacia algo con su endiablada velocidad. Pero eso era una flauta difícil de tocar, sobre todo por la distancia que había entre los defensores y el encargado de buscarle las costillas al portero del Poblense.
El Poblense, al fin y al cabo hizo lo que se esperaba de el, correr e intentar romper la línea defensiva, esto último no hizo falta puesto que los goles fueron sendos regalos de la zaga. El Sporting desde el minuto ocho jugó con un aire de sobrado que daba grima verle. Poca intensidad, poca presión, cero velocidad y una sensación de “bah, esto está chupado y en cuanto nos pongamos les metemos dos sopapos a estos”. Si después de lo más difícil para nosotros (colocarnos por delante en el marcador), no sabemos, nunca, gestionar un resultado positivo, puesto que a partir de ahí jugamos con la prepotencia de los que se creen “los más mejores del mundo”, sin pensar lo que nos cuesta meter un gol y tirando por la borda un resultado tan positivo contra un equipo que juego como deberíamos hacerlo nosotros, que en cinco minutos olvidamos lo más esencial, que es defender un resultado ventajoso...
Para más inri después del primer periodo una avalancha de gente sin ideas se estrellaba contra la barrera poblera porque la falta de una referencia en ataque provocaba un caos difícil de solucionar. Todo el mundo intentaba entrar por el centro y nadie por las alas, ya que la salida del balón se hacia por el centro, para no perder la costumbre. Fue uno de esos partidos que huelen a azufre porque sabes que va a venir una jugada aislada, una tontería, y ya está liada, que es justo lo que pasó. Estaba el Sporting mareando la perdiz y dando por bueno el empate y aún pensando “voy pero sin emplearme a fondo que ya llegará”, cuando un regalo del portero con ayuda del lateral se convertía en el segundo y mientras los del Sporting alzaban los brazos como diciendo “no he podido hacer nada” el nueve del Poblense pensó “pues yo si” y la clavó a bajo. Diez minutos después del descanso el marcador se ponía en contra, a pesar de eso el Sporting jugaba a cámara lenta, con una sobradez fuera de tono, jugando con un fuego que crecía y amenazaba con quemarle. Era algo insólito porque nadie del respetable daba crédito. El Poblense apenas había hecho nada y ahora al Sporting le tocaba remar duro y contra corriente, todo por ir de sobradito y remolón.
En los últimos minutos llegó lo de siempre: peticiones de penaltis, de tarjetas y, sobre todo prisas, muchas prisas. El equipo de Juan se fue a por el rival con todo, con la intensidad que no había tenido antes. La pregunta era fácil: ¿si lo hubiera hecho así desde el primer minuto, nos veríamos con este resultado en el marcador? ¡Evidentemente que no!
Hoy la zaga dio todo tipo de facilidades al Poblense para que se alzase con la victoria, ya que los visitantes no hicieron nada que no supiéramos que tenían que hacer, moverse rápido y patadón, pues tienen la misma calidad técnica que nosotros, solo que sus defensas y portero tienen más potencia y dirección en la pegada de sus pies.
Las crónicas se pueden disfrazar, pero los datos no. Están ahí, para ser críticos.
La humildad y el razonamiento, nos dará la seguridad y confianza que necesitamos en partidos claves para salvaguardar la categoría.
Conseguimos tímidamente colocar en fuera de juego y en varias ocasiones a los delanteros en algunas faltas contra nuestra portería, pero nos sigue faltando el líder en defensa, no que actúe con contundencia sino que nos “dirija” con energía.
En el campo hay que hacer algo para que parezca que estamos ganando nosotros, no que están perdiendo ellos.
La Crónica (sic):
El Sporting jugó de sobrado después del minuto ocho y sufrió un revolcón que le costó caro.
La idea era diez por detrás del balón y pelotazo de vez en cuando a ver si Brais hacia algo con su endiablada velocidad. Pero eso era una flauta difícil de tocar, sobre todo por la distancia que había entre los defensores y el encargado de buscarle las costillas al portero del Poblense.
El Poblense, al fin y al cabo hizo lo que se esperaba de el, correr e intentar romper la línea defensiva, esto último no hizo falta puesto que los goles fueron sendos regalos de la zaga. El Sporting desde el minuto ocho jugó con un aire de sobrado que daba grima verle. Poca intensidad, poca presión, cero velocidad y una sensación de “bah, esto está chupado y en cuanto nos pongamos les metemos dos sopapos a estos”. Si después de lo más difícil para nosotros (colocarnos por delante en el marcador), no sabemos, nunca, gestionar un resultado positivo, puesto que a partir de ahí jugamos con la prepotencia de los que se creen “los más mejores del mundo”, sin pensar lo que nos cuesta meter un gol y tirando por la borda un resultado tan positivo contra un equipo que juego como deberíamos hacerlo nosotros, que en cinco minutos olvidamos lo más esencial, que es defender un resultado ventajoso...
Para más inri después del primer periodo una avalancha de gente sin ideas se estrellaba contra la barrera poblera porque la falta de una referencia en ataque provocaba un caos difícil de solucionar. Todo el mundo intentaba entrar por el centro y nadie por las alas, ya que la salida del balón se hacia por el centro, para no perder la costumbre. Fue uno de esos partidos que huelen a azufre porque sabes que va a venir una jugada aislada, una tontería, y ya está liada, que es justo lo que pasó. Estaba el Sporting mareando la perdiz y dando por bueno el empate y aún pensando “voy pero sin emplearme a fondo que ya llegará”, cuando un regalo del portero con ayuda del lateral se convertía en el segundo y mientras los del Sporting alzaban los brazos como diciendo “no he podido hacer nada” el nueve del Poblense pensó “pues yo si” y la clavó a bajo. Diez minutos después del descanso el marcador se ponía en contra, a pesar de eso el Sporting jugaba a cámara lenta, con una sobradez fuera de tono, jugando con un fuego que crecía y amenazaba con quemarle. Era algo insólito porque nadie del respetable daba crédito. El Poblense apenas había hecho nada y ahora al Sporting le tocaba remar duro y contra corriente, todo por ir de sobradito y remolón.
En los últimos minutos llegó lo de siempre: peticiones de penaltis, de tarjetas y, sobre todo prisas, muchas prisas. El equipo de Juan se fue a por el rival con todo, con la intensidad que no había tenido antes. La pregunta era fácil: ¿si lo hubiera hecho así desde el primer minuto, nos veríamos con este resultado en el marcador? ¡Evidentemente que no!
Hoy la zaga dio todo tipo de facilidades al Poblense para que se alzase con la victoria, ya que los visitantes no hicieron nada que no supiéramos que tenían que hacer, moverse rápido y patadón, pues tienen la misma calidad técnica que nosotros, solo que sus defensas y portero tienen más potencia y dirección en la pegada de sus pies.
Las crónicas se pueden disfrazar, pero los datos no. Están ahí, para ser críticos.
La humildad y el razonamiento, nos dará la seguridad y confianza que necesitamos en partidos claves para salvaguardar la categoría.
Conseguimos tímidamente colocar en fuera de juego y en varias ocasiones a los delanteros en algunas faltas contra nuestra portería, pero nos sigue faltando el líder en defensa, no que actúe con contundencia sino que nos “dirija” con energía.
En el campo hay que hacer algo para que parezca que estamos ganando nosotros, no que están perdiendo ellos.
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